Honoré de Balzac y su adicción al café
Muchos artistas optan por el café como su droga preferida, entre ellos Voltaire, Bach y Beethoven. Pero sin dudas la corona se la lleva un escritor. Hoy hablaremos de Honoré de Balzac y su adicción al café. El escritor francés de principios del siglo XX se refirió a esto en “Los placeres y dolores del café“.
163 años después de su muerte, Honoré de Balzac sigue siendo una obra de gran modernidad. Si estuviera vivo hoy, sin duda estaría machacando sus provocativas observaciones en una oficina o en un café con wifi gratuito. Su persona indulgente y sus abundantes enchufes eléctricos lo convierten en un imán para los escritores.
A juzgar por su ensayo humorístico, “Los placeres y dolores del café“, Balzac buscaba un lugar que permaneciera abierto hasta pasada la medianoche, con los métodos de preparación más fuertes y arcanos. El Cubo de las Serpientes Negras era su lugar preferido. Era el más astuto de los adictos, a veces bebiendo hasta 50 tazas de café al día, tenía mucho cuidado en sus atracones, sabiendo exactamente cuándo retirarse del borde para prolongar su vicio.
El café o el gran poder en su vida (como él lo llamo) hizo posible un agotador programa de escritura que lo llevó a acostarse a las seis, levantarse a la una de la madrugada para escribir y tomar café todo el día, y por último echarse a dormir otras siete horas.
Se necesitan más de un par de capuchinos para mantener ese ritmo. Siempre que una dosis humana razonable no estimulaba, Balzac comenzaba a tomar café en polvo con el estómago vacío, un “método horrible y bastante brutal” que recomendaba “sólo a hombres de vigor excesivo, hombres con pelo negro grueso y piel cubierta de manchas de hígado, hombres con manos y piernas cuadradas y grandes con forma de bolos”.
Al final cumplió sus expectativas. Sacó ochenta y cinco novelas en veinte años y murió a los 51 años. Algunos quieren alzar aún más su leyenda y acusa al excesivo trabajo y cafeína como causa principal. Otras causas especuladas de muerte incluyen hipertensión, aterosclerosis e incluso sífilis.
Y esta fue la historia de Honoré de Balzac y su adicción al café. ¿Qué te parece? ¿Te atreverías a seguir su rutina?